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Calendario...¿Y el mío?

Por: Magdalena Cancino Z.
Es muy común, escuchar en los negocios o empresas a fin de año el preguntar ¿Van a dar calendarios o agendas?
Pero en realidad sabemos el concepto de esto que pedimos, si bien es cierto, hoy en día es común traer tu calendario en el teléfono celular, pero los adultos mayores prefieren el calendario físico con todo y nombres.
Almanaque es un término que viene del árabe «al-manakh» que significa ciclo anual; los primeros almanaques eran calendarios que permitían documentar fechas de fiestas religiosas partiendo de la astrología, estos eran como una clase de zodiacos que determinaban las estaciones del año.
El término calendario procede de calendas, término que designa el primer día del mes en el calendario romano, relacionado con el verbo calare 'llamar', que se refiere a la "llamada" de la luna nueva cuando se ve por primera vez. El latín calendarium significaba "libro de cuentas, registro", ya que las cuentas se liquidaban y las deudas se cobraban en los calendariums de cada mes. El término latino se adoptó en el francés antiguo como calendier y de ahí en el inglés medio como calender en el siglo XIII. La grafía calendar es de principios de la época moderna.
El calendario es una medida de tiempo utilizado para largos periodos y basado principalmente en una sucesión de actividades relacionadas con las estaciones del año, como la época de cosecha de distintos alimentos.
Los calendarios se estructuraban en torno a las fases de la luna, como en el musulmán, o en función del sol como hacían en el Antiguo Egipto. Se trata de una herramienta que ha acompañado al hombre desde hace mucho tiempo, siendo el calendario más antiguo encontrado uno que data del 8.000 a.C. y que medía el tiempo tanto por la luna como por el sol.
Se dice que el calendario tiene su origen en Roma, el calendario primitivo de Roma se dividía solamente en 10 meses y no coincidía con los ciclos astronómicos. Fue Numa Pompilio, el segundo rey de Roma (715-672 a. de C.), quien adaptó el calendario al año solar según el modelo egipcio y le agregó los 2 meses restantes.
Desde que Roma lo hiciera su calendario oficial, el modelo compuesto por doce meses se extendió por toda Europa y fue utilizado hasta el siglo XV, cuando hizo su entrada el calendario gregoriano. Los nombres que los romanos utilizaban para designar los meses del año tienen su origen en dioses, emperadores o números, y estos se han conservado en las lenguas inglesa, española, francesa, italiana y portuguesa.
ENERO. Éste fue el primer mes que se tuvo que añadir. Su nombre antiguo era Ianuro, en honor al dios Iano, que era el protector de puertas y entradas. A esta divinidad se la representaba con una vara y una llave. Como curiosidad, el comienzo de año se celebra en enero debido a la campaña de Hispania, que necesitaba de los cónsules con previsión y estos solo podían ser elegidos con el nuevo año. Por la necesidad de organizar su estrategia, el comienzo del año pasó de marzo a enero.
FEBRERO. Incorporado en segundo lugar por Numa Pompilio, lo dedicó a Plutón o Februo, para que éste aplacara sus iras.
MARZO. Proviene de Marte, dios de la guerra, porque en este mes se iniciaban las campañas bélicas de las legiones romanas.
ABRIL. Procede del término griego afros, que significa espuma, de la que surgió Venus. Este mes se dedicó a la fertilidad.
MAYO. Es un homenaje a los ancianos o protectores del pueblo, ya que deriva de la palabra latina majorum, que significa mayores. Otros atribuyen su nombre a la diosa Maya, la esposa de Vulcano.
JUNIO. Representado como un segador de heno, supone un homenaje a los jóvenes, ya que proviene del término latino 'junior'.
JULIO. Julio César le dio su nombre, ya que él nació en este mes. Debido a que era la época en que se llevaba a cabo la recolección del trigo, se representaba con un segador practicando esta faena agrícola.
AGOSTO. Rinde homenaje al emperador Augusto, que eligió este mes para que llevara su nombre debido a que fue cuando derrotó a Cleopatra y Marco Antonio, sus mayores enemigos. Inicialmente constaba de 30 días y se llamaba Sextilis; Numa Pompilio le quitó 1 día y Julio César le añadió 2 más.
SEPTIEMBRE. Como al principio ocupaba el séptimo lugar (septem, en latín), conservó su originaria denominación a pesar de haber pasado al noveno puesto. Diferentes escenas de vendimia representan este mes, dedicado al dios Vulcano.
OCTUBRE. En este caso, se ha conservado también su nombre original de la época de Rómulo, del término latino october: octavo. Tanto la vendimia como la siembra, tareas de la época que marca, servían para simbolizarlo.
NOVIEMBRE. Mientras que su denominación ha perdurado desde que ocupaba el noveno lugar (november), sus días sufrieron cambios hasta la llegada de Augusto, quien los dejó en 30.
DICIEMBRE. A pesar de estar en el último puesto, se le sigue conociendo por la décima posición que ocupaba originalmente.
En 45 a. C. Julio César encargó al astrónomo alejandrino Sosígenes la elaboración de su calendario. Este fijó la duración del año en 365 días y seis horas, cálculo asombrosamente exacto dados los rudimentarios instrumentos de la época, ya que su margen de error fue solo de 11 minutos y 9 segundos al año, es decir, menos de un segundo por día, pero con el fin de evitar complicaciones, se tomó de 365 días de duración, añadiendo diez días al año de 355 días. Censorino escribió el siguiente texto al respecto: “La confusión fue al final llevada tan lejos que C. César, el Pontifex Maximus, en su tercer consulado, con Lépido como colega, insertó entre noviembre y diciembre dos meses intercalares de 67 días, habiendo ya recibido el mes de febrero una intercalación de 23 días, e hizo así que el año completo consistiera en 445 días. Al mismo tiempo proveyó contra una repetición de errores similares al renunciar al mes intercalar, y al adaptar el año al curso solar. Para ello, a los 355 días del año previamente existente, añadió diez días, que distribuyó entre los siete meses que tenían 29 días, de tal forma que enero, Sextilis y Diciembre recibieron dos cada uno, y los otros solo uno; y estos días adicionales los colocó al final de cada mes, sin duda con el deseo de no mover los diversos festivales de aquellas posiciones en cada uno de los meses que durante tanto tiempo habían ocupado. Así, en el presente calendario, aunque hay siete meses de 31 días, los cuatro meses que originalmente poseían ese número aún son distinguibles al tener sus nonas (Día 7 de marzo, mayo, julio u octubre o 5 de los demás meses del antiguo calendario romano y del calendario eclesiástico) en el quinto día del mes. Por último, en consideración por el cuarto de día que él consideraba que completaba el año, estableció la regla de que, al final de cada cuatro años, un único día debía ser intercalado donde el mes había sido anteriormente insertado, esto es, inmediatamente después de los Terminalia; ese día es ahora llamado el Bisextum.". Bissextum viene de bis-sexto. El 24 de febrero era llamado por los romanos "ante diem sextum Kalendas Martias"; en los años bisiestos, el día 25 era llamado "ante diem bis sextum Kalendas Martias", a diferencia de los años normales, cuando se le nombraba "ante diem quintum Kalendas Martias", dando origen al término bisiesto ("bis sextum", dos veces sexto).
Julio César añadió un día a julio, mes de su nacimiento. Augusto hizo lo mismo con agosto. Ambos días fueron retirados de febrero, que pasó a tener 28. Ante la disminución de este mes con respecto a los otros, el día añadido de los años bisiestos se le concedió a él.
Julio César estableció que el año comenzara el 1 de enero, día en el que los funcionarios del emperador asumían su cargo. Debido a los esfuerzos por conquistar Hispania, los romanos adelantaron el comienzo del año de las calendas de marzo a las calendas de enero, para que los cónsules que elegían anualmente disfrutasen de un mayor número de meses para preparar el combate.
La imperfección del Calendario Juliano dio pie para que en el año 1582 el papa Gregorio XIII encargara a Luis Lilio y al jesuita alemán Christopher Clavius la reforma por la cual se creó el Calendario Gregoriano.
Esta reforma tuvo dos aspectos principales. Por una parte, dado que el equinoccio de primavera se había adelantado 10 días, se suprimieron estos para ajustar el ciclo de las estaciones. Este ajuste se llevó a cabo el jueves 4 de octubre de 1582, por lo que el siguiente día se consideró viernes 15 de octubre. Además para conseguir que este resultado pudiera mantenerse en el futuro, se acordó que los años bisiestos cuyas dos últimas cifras fueran ceros no serían bisiestos, excepto si sus dos primeras son divisibles por cuatro. Así pues de los años 1600, 1700, 1800, 1900 y 2000, que en el calendario juliano son bisiestos, en el gregoriano lo son solo el 1600 y el 2000, de modo que cada cuatro siglos quedan suprimidos tres días.
Este calendario fue gradualmente adoptado por varios países y es en la actualidad el calendario cívico más utilizado en el mundo.
Fuentes:
Delgado, D. (02 de abril de 1999). muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/. (M. interesante., Productor, & Muy interesante.) Recuperado el 22 de diciemnbre de 2021, de muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/: https://www.muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/articulo/ide-donde-procede-el-nombre-de-los-meses-del-ano?fbclid=IwAR3cBVZJELxDWT7mz9lCuX8Cf4pu4QGFK3
Díaz, C. M. CALENDARIO. CALENDARIO Y EL MÍO. INDEPENDIENTE, Tijuana, B.C.