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Crisis e inflación, reto de los países emergentes
Autor: José Carlos Villalobos Ávila

La crisis de 1973, cuyos efectos fueron devastadores para las economías mundiales, se produjo por la escasez de petróleo provocada por la determinación de los países árabes, miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de imponer un embargo en la comercialización del petróleo a los países occidentales. Esto por apoyar a Israel en la guerra conocida como “Yom Kippur”. (Cabia, 2022)
Las consecuencias de este bloqueo comercial, fueron un alza en los precios del crudo, lo que se vio reflejado en un significativo aumento en la inflación a nivel mundial de 4.8 %. Además de altas tasas de desempleo y un bajo crecimiento económico.
La situación trajo problemas en la cadena de suministros, ya que la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo dependía totalmente del petróleo para sus actividades comerciales de ese momento. Al no tener otras opciones para generar energía, excepto la creación de combustible derivado del petróleo, sus esfuerzos por generar mejores condiciones en materia económica resultaron inútiles, pues contrariamente a presentar un panorama de crecimiento, se estancaron. A este fenómeno se le conoce como estanflación.
Aunque dicho bloqueo duró apenas unos meses, fue suficiente para generar un ambiente de incertidumbre, lo que se reflejó en el ámbito financiero. En México, las medidas tradicionales y recurrentes para controlar la inflación se pusieron en marcha. Hubo un aumento en las tasas de interés, promovida por el Banco de México. El gasto público descendió y, se trató de controlar el tipo de cambio.
Como hemos señalado en anteriores entregas en este mismo espacio, las crisis de este tipo son cíclicas, es decir, se estarán presentando con ciertos periodos de regularidad, y por las mismas razones. Actualmente, en nuestro país, se repite la historia. Ciertamente las causas difieren un poco con las que se presentaron en 1973, pero estructuralmente la problemática es la misma.
Agustín Carstens, ex gobernador del Banco de México y actual gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés), apunta lo siguiente:
La elevada inflación que persiste a nivel mundial requiere medidas oportunas y decididas de los bancos centrales para que vuelva a un nivel bajo y estable, pero a la vez deben limitar su impacto sobre el crecimiento y salvaguardar la estabilidad financiera. (Rodriguez, 2022)
Afirma que, de no actuar ahora mismo aumentando las tasas de interés, las consecuencias serán desastrosas. Aun cuando dicho incremento ha alcanzado cifras históricas. Esto ayudaría a contener la inflación, aunque la actividad económica se vea restringida, el impacto en las transacciones financieras quedará salvaguardado, alentando así a una recuperación a mediano o largo plazo.
Aunque las circunstancias actuales no parecen ser las mismas que en los años setenta, las causas y repercusiones inflacionarias suponen un reto para el gobierno mexicano. La estanflación como tal, se vislumbra lejos, pero no se debe descartar que, al no tomar medidas acertadas en este sentido, el panorama no luce promisorio. El alto costo en las materias primas, la problemática en la cadena de suministro en China, la guerra entre Ucrania y Rusia, los efectos que ha dejado la pandemia han puesto en jaque al mundo; obligando a los países desarrollados o emergentes a tomar disyuntivas, y apostando por medidas que no se habían presentado en décadas.
Referencias:
Cabia, D. L. (28 de Junio de 2022). Economipedia. Obtenido de https://economipedia.com/definiciones/crisis-del-petroleo-1973.html
Rodriguez, S. (27 de Junio de 2022). Milenio. Obtenido de https://www.milenio.com/negocios/bancos-centrales-deben-ser-rapidos-ante-la-inflacion?fbclid=IwAR0MMGHndL3hT_mMb2aDmKzTamWMS91hd5gX0g8lyh-wLhesIyyRf3kQdLs