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Por: Una poeta estrambótica / Jazmín Acosta

Cada día muero,
muero desde que
rechacé su inercia.
Muero cuando exterminio
la costumbre yoica del pensamiento,
muero al desprenderme
de los ecos y sus patrones.
Muero al quitarme
la costra del pavor,
muero a la parálisis.
Muero a las ideologías
baratas del mundo,
aficionadas a oler la susceptibilidad
de las masas "pensantes",
de cautivar su empuje
al sendero de la existencia.
Muero y no preciso ayuda
carnal para saber morir,
cuento con una fuerza poderosa
que irrumpe mi atmósfera
y guía cada partícula
aún en lo más traslúcido.
Muero, cada día muero
y en ese mismo instante
inicio a vivir.