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Demandas políticas en educación para el alcance de una humanidad gratificante.
Por: Paola Juárez

“Es tiempo de efectuar una revolución en los modales de las mujeres, tiempo de devolverles su dignidad perdida y hacer que, como parte de la especie humana, trabajen para reformar el mundo, mediante su propio cambio”.
Mary Wollstonecraft.
Estamos aún en la temporada que desde hace más de dos mil años está dedicada a una festividad egipcia y que se ha popularizado desde el siglo I d. c. gracias a la muerte y resurrección de Osiris como dios de los muertos, finales de octubre y principios de noviembre están plagados en nuestra cultura de muerte, brujas y monstruos como Frankenstein quien fue creado por una mujer: Mary Shelley, pero no es de ella de quien quiero hablar hoy sino de su madre, la primera Mary Wollstonecraft, ella llama la atención en mí por su sagaz pensamiento y sus brutales razonamientos a través de sus letras que han llegado hasta nosotros, esa voz se ha conservado y aún hoy podemos conocer a través de ella sus denuncias, sus cavilaciones y sus demandas que no nos pueden dejar indiferentes, es por eso que de ella hacemos este escrito hoy, es necesario mencionar que aunque las primeras feministas ya pensaban que la igualdad de la educación resultaría en la igualdad de los sexos, Mary se abre a una demanda más política exigiendo que el estado y sus leyes sean las encargadas de establecer un sistema de enseñanza gratuita y universal para ambos sexos, esto hará que las mujeres, así como los hombres lleven vidas más satisfactorias y finalmente realizar todos los trabajos posibles sin la dependencia de un hombre y así vivir de su trabajo.
Esta mujer nace en Londres, dentro de una familia que al principio estaba bien acomodada económicamente pero que después se fue a la ruina por los despilfarros y alcoholismo de su padre, esta situación la orilla a trabajar desde joven empleándose como señorita de compañía de una señora viuda y rica, cuando no vio futuro en este rubro decidió fundar una escuela para niñas, cuando esto tampoco resulta se emplea como institutriz de niños en Irlanda y Portugal, con este empleo supo ver y detectar las fallas de la educación en aquellos lugares calificándolos como atrasados y retrógradas por ser muy religiosos.
Su situación cambia cuando conoce a un editor de libros de Londres: Joseph Johnson, le ofreció un empleo de crítica literaria y este trabajo le permitió conocer más y mejorar su escritura y más adelante escribe novelas porque era lo que mejor vendía en la época, ella utiliza esta escritura para denunciar la situación de las mujeres en el matrimonio, que era una de maltratos y abusos, ella misma fue testigo en su niñez de los maltratos que su padre le propinaba a su madre.
Para 1790 su trabajo de ensayista comienza a rendir frutos y nace así su texto más famoso “Vindicación de los derechos de la mujer” que escribe en contraposición a Edmund Burke, un filósofo y escritor político que estaba en contra de la revolución francesa, el pensamiento que ella plasma en este texto y sus análisis sobre la educación son los que llaman la atención porque denuncia que las mujeres han sido aisladas y se les ha despojado de las virtudes que visten a la humanidad ¿Cómo? dándoles culturalmente la noción de que deben verse hermosas y parecer frágiles para que los hombres puedan fijarse en ellas, que la mujer suscite en ellos una idea en la que vean éstos la necesidad de protegerlas y cuidarlas porque esa hermosura y fragilidad incita en ellos emociones y deseo, es por eso que las mujeres deben languidecer por siempre perdiendo libertades, oportunidades y virtudes que pueden alcanzarse con una educación igualitaria.
Ella en su introducción de la “Vindicación de los derechos de la mujer” nos dice que está indignada porque ve que la naturaleza ha establecido una diferencia y la civilización ha sido muy parcial, ha sido testigo de cómo la educación, la conducta de los padres y la administración de las escuelas han sido descuidadas con las mujeres, lo cual resulta que se las convierta en seres débiles, ella se ha dado cuenta que éstas no se encuentran en un estado saludable porque su sistema de educación es falso y deplorable y porque además sigue una estructura de ideas sobre las que han escrito hombres que solo ven a las mujeres como damas seductoras y no como madres racionales, una civilización que las trata como seres subordinados y no como parte de la especie humana, ella sabe que la naturaleza ha propiciado a los hombres superioridad por su fuerza física, pero no contentos con esto, los hombres se empeñan en hundir a las mujeres convirtiéndolas en objetos atractivos para un rato y ellas que se nublan por los sentidos de una adoración que le profesan los hombres, no se han dado a la tarea de salir de ese estado de infancia perpetua que la civilización le ha proferido porque ve que algunas mujeres se sienten orgullosas de este defecto que la naturaleza nos ha dado que es la fragilidad, se vanaglorian de su debilidad porque así representan ellas mismas la debilidad de los hombres, además de sentirse en una especie de dominio hacia ellos, pero esta obtención sólo degrada su carácter.
Está consciente de que la educación de las mujeres se ha atendido más que en tiempos anteriores pero aún así se le dedica mucho tiempo de la infancia a adquirir ciertos dotes que la harán elegible para el matrimonio, único medio en el que puede ascender en el mundo, demanda entonces que a las mentes de las mujeres se les cultive y no se les adiestre, asimismo solicita que a las mujeres se les eduque de modo más racional y así el progreso de la virtud y el conocimiento sea en beneficio de toda la humanidad.
Se tiene que cambiar la noción de que las mujeres viven sólo para cocinar, ser una excelente sirvienta y cuidar de sus hijos, del mismo modo, dejar de crear nociones erróneas sobre la belleza y comportamiento de la mujer, finalmente esta cita puede esclarecerlo bien: “Deseo de veras señalar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Quiero persuadir a las mujeres para que traten de conseguir fortaleza, tanto de mente como de cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, el corazón impresionable, la delicadeza de sentimientos y el gusto refinado son casi sinónimos de epítetos de la debilidad, y que aquellos seres que son solo objetos de piedad y de esa clase de amor que se ha calificado como su gemela pronto se convertirán en objetos de desprecio”.
Referencias._