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DIOS TIENE UN TRABAJO.
CHISTE:
¡Guerra, enfermedad, muerte, destrucción, hambre, suciedad, pobreza, tortura, crimen, corrupción… y espectáculos sobre hielo! ¡Está claro que algo va mal! ¡Esto no es un buen trabajo! ¡Si esto es lo mejor que puede hacer Dios… no me impresiona! ¡Resultados como este no me pertenecen al currículo de un ser supremo! ¡Esta es la clase de trabajo que se espera de un administrativo a honorarios de mal carácter! (George Carlin).
Por: Wizard

Dios no puede existir sin su creación. Aquí creamos la primera dualidad: creador y creación. En este sentido, nosotros, como creación de Dios, le damos sentido a Dios. Sería ridículo que llegue un artista que nos diga que no tiene obra. El artista y su obra forman parte de una misma dualidad. Dios, se crea a sí mismo, dado que es Él el principio de todo (Incluyámoslo a Él porque sin Él no sería el Todo). Entonces Todo surge de Dios, hasta Él mismo.
Pero hay algo que no es Él: nosotros, la creación. La creación, la obra de arte de este Dios, es una representación de Él, pero no es Él. Cuando mencionamos la creación de Dios lo hacemos desde una distancia. ¿Cuál es esa distancia que hace que no reconozcamos la pureza, la perfección y todas esas cualidades divinas en el ser humano? Probablemente sea el pecado. Esto significa que Dios no puede caer en pecado, o sea, es incorruptible.
Técnicamente somos un deshecho de Dios (no fecal porque carece de cuerpo) porque representamos todo eso que Él no es. Pero, ¿no deberíamos tener las mismas cualidades que Él? Al parecer no. Si tuviéramos las mismas cualidades seríamos Dios (con todas sus cualidades). Pero el artista que se proyecta en su obra no es él, pero parte de él está en su obra (es como si nosotros fuéramos nuestro muro de Facebook). Y ¿Qué parte de Dios representamos? (el lector creyente probablemente se sitúe en una posición privilegiada antes de que sus creencias se vean amenazadas por el cuestionamiento filosófico).
Ahora, supongamos que Dios es perfecto. ¿Puede un ser perfecto, como Dios, errar, equivocarse, tropezar, caer u orinarse mientras sueña? Supongamos que no, dado que la perfección es un lugar cerrado. Algo perfecto, en términos divinos, no puede fallar en ningún sentido. Un ser perfecto no puede equivocarse ni tropezar por estar viendo memes en el celular. Un ser perfecto no es perfectible… ¡PORQUE YA ES PERFECTO!
¿Qué hace un ser perfecto? De un ser perfecto solo pueden salir cosas perfectas porque la perfección de ser está proyectada en el hacer. Un artista se vuelve bueno en su obra, en su obrar. Ser y hacer son lo mismo cuando se habla de una creación. Si consideras que tu relación amorosa es perfecta seguramente es porque en ella se realizan acciones que consideras moralmente buenas. De lo contrario pudieras replantear tu vida amorosa al igual que la religiosa porque solo estaríamos adorando imágenes.
Pero Dios nos hizo imperfectos (algunos con proporciones divinas). Esto nos pone en una encrucijada teológica. Puede que Dios no tenga la potencia para crear algo perfecto, pero perdería sus cualidades divinas. Hay una posibilidad que pueda crear algo perfecto pero no quiso. O probablemente estaba cansado después de haber trabajado seis días (seguramente no hubiera aguantado una jornada laboral en México). Puede también que haya sido un acto de vanidad como la de los funcionarios públicos: lo hago porque puedo.
El lector puede crear cualquier posibilidad que nos pueda explicar el porqué de la creación. Incluso puede afirmar que no hay un propósito (aunque sería muy arriesgado para el creyente saber que Dios actúa sin propósito porque Dios no juega a los dados). Si se afirma que la creación fue un acto de amor, bastaría pensar en quien no obedece los mandamientos, las plagas, la torre de Babel y demás actos que no corresponden a un acto de amor. Tal vez sea una forma de amar que solo un feminicida pudiera entender.
Podemos pensar que, como menciona Leibniz*, estamos en el mejor de los mundos posibles, pero bastaría salir a caminar un rato con celular en mano, subirse al camión o escuchar al presidente. Estamos en un escenario decepcionante, pero no podemos echarle la culpa a Dios, ¿o sí? Porque es Dios quien dota de consciencia al ser humano. Y nosotros, dotados de consciencia, construimos una idea de imperfección que necesita ser perfectible. Algo que, por una parte, cualquier Dios envidiaría pues los ser humanos son los únicos que, por ser imperfectos, pueden crear varios escenarios posibles y ascender en sus distintas escalas morales.
Nosotros, la creación, imperfecta, día a día podemos ser lo que queramos porque estamos alejados de la perfección. Somos perfectibles. En cambio Dios, perfecto, ha de tener una vida aburridísima. ¿Qué puede hacer o perfeccionar? Probablemente Dios nos haya creado con una envidia hacía los seres a los cuales les es permitido todo. Pero Dios, perfecto, ha sido muy desatento con la creación. Aunque no podemos esperar mucho de un ser que abandonó a su hijo en la cruz. O si consideramos eso, como un acto de perfección, podríamos explicar los altos casos de abandono paterno en México.
Carlin señala, como si tuviera el dedo de Dios, la mediocridad de la creación. Que si buscamos dentro de nosotros, en el área donde se coloca nuestras ideas preconcebidas chocan, estamos en un mundo completamente cuestionable, por no decir detestable. Pero eso nos mantiene entretenidos en querer cambiar el mundo, mejorarlo, o, si se sigue la idea de Leibniz, seguir igual.
No hay duda que nuestra realidad, la imperfecta, es divertida o al menos entretenida. Buscamos la perfección sabiendo que no la alcanzaremos. Sin embargo, para poder alcanzar a Dios, o al menos conocerlo, se necesita ser perfecto. Pero lo imperfecto no puede llegar a lo perfecto. En ese sentido no podremos jamás conocer a Dios porque el salto de lo imperfecto a lo perfecto no se puede dar. Tal vez, siguiendo esta idea, somos el inconsciente de Dios. Somos el patio trasero, el desecho.
Hay quien espera con todas sus fuerzas pertenecer a la perfección (un regreso a Dios, a lo divino). Sin embargo, no hay posibilidad de conocimiento sobre Dios (exista o no) porque no hay un salto hacia lo perfecto. Pero los seres humanos pueden buscar ese perfeccionamiento sin llegar a ser perfectos. Cabe señalar que estamos en un lugar en donde si nos perfeccionamos es para llegar con el perfecto (Dios). Estamos actuando con una conveniencia.
Por otra parte, los animales no pueden ser imperfectos porque carecen de consciencia. Nosotros, que tenemos “consciencia”, podemos buscar el perfeccionamiento. Saber que nunca llegaremos a ser perfectos y, aun así, atrevernos a buscar la perfección es la cualidad divina del ser humano. Dios, perfecto, nos arrojó como su opuesto para poder sobrevivir. En tal caso, lo único que podemos aprender de nuestra relación con el Creador (Dios, por si no queda claro) es que el Ser necesita del Otro para poder Ser. ¿Nosotros necesitamos a Dios o Dios nos necesita? No sé. Pero debemos comprender que el Otro nos realiza.
Si la creación de Dios es su obra maestra… ¡NO ESTOY SORPRENDIDO! Probablemente Dios está aburrido o está haciendo, como todo mexicano, su trabajo a regañadientes. A lo mejor algún Dios más poderoso u oculto le ordeno a este Dios, tal vez obrero, que hiciera su trabajo y, como dijo el ex presidente: “¿Ustedes qué hubieran hecho?” A lo mejor Dios es como un presidente que solo se encarga de la administración, pero ¿de qué?
*Gottfried Wilhelm Leibniz es un filósofo, matemático, lógico, teólogo, político alemán del siglo XVII.