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El uso de cordones sanitarios en la Historia: Aislamientos y Cuarentenas.

Entonces te parece admirable sobrevivir. ¿Te parece que no es admirable no sobrevivir?...Pero no sobrevivieron los MEJORES, ni murieron los mejores. ¡Fue el Azar!
Fragmento del libro Maus. Libro de Art Spiegerlman
Autor: Rocío Rodríguez Domínguez
La humanidad se ha enfrentado desde sus inicios a su inevitable extinción. Conocemos que nuestras posibilidades de fenecer pueden ser desde un objeto espacial, una guerra, un fenómeno natural, una enfermedad contagiosa o cualquier error humano. Lo que es una realidad es que siempre está a un segundo de su muerte. Sin embargo, siempre hemos podido seguir con nuestra cotidianidad hasta que le ponen nombre y se nos recuerda nuestra mortalidad. Y con ello se nos activan tooooodas las opciones que nos permiten pensar en las posibles causas, pero sobre todo como poder evitar lo peor. En esta ocasión abordaremos el tema de una de nuestras probables causas de perecer: las pestes. Específicamente de los cordones sanitarios que se han ejecutado a lo largo de la historia: aislamiento y cuarentenas.
Durante el periodo de 735 al 1894 el hombre se ha enfrentado a diferentes pestes que han provocado la muerte de gran parte de la población mundial a los largo de su existencia. Pero no solamente una vez, sino varias veces y sobre todo porque al desconocer las causas no se podían prevenir los brotes y las mismas pestes llegaron a afectar a diferentes generaciones. Antes de continuar y de acuerdo con nuestras fuentes entendemos como Peste a toda enfermedad que produce la muerte simultanea de gran número de personas (Lepra, Peste Negra, Sifilis, Colera, Viruela, Sarampión y Fiebre Amarilla) Cuarentena a la restricción del tráfico y salida de la personas por motivo de enfermedades infecciosas y Aislamiento a una medida para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas. Se puede entender que para el periodo estudiado el aislamiento se daba generalmente en tierra y la cuarentena era efectuada para las embarcaciones o mercaderes que llegaban a las ciudades y no debe de confundirse con los términos usados en la actualidad. Era más frecuente, y para muchos especialistas daba más resultados, aislar a las personas que ponerlas en la estricta cuarentena. Y a pesar de que en estas contingencias el médico es un personaje trascendental era importante que los Funcionarios pudieran poner orden y hacer que las medidas sanitarias se aplicaran, se restringieran derechos y se asignaran sanciones por el bien de la población.
Pero antes de recurrir a estas sanciones en Italia se recurrió al aislamiento. Los funcionarios se encargaron que desde el 736 se empezaran a construir hospitales para aislar a los leprosos. Se les llamó Hospitales de San Lazareto y eran denominados lazaretos a todas estas unidades que eran asignadas para incomunicar a posibles pestosos. Estos mismos fueron construidos a lo largo de Europa no solo para los enfermos de lepra, también para aislar a enfermos de otras infecciones altamente contagiosas. Siendo Italia la que mantenía contacto con Asia y África por su cercanía con el Mediterráneo no es de extrañar que sea ahí en donde las medidas se fueron perfeccionando. Algunos de los países que tomaron medidas similares para contrarrestar la expansión de las enfermedades infecciosas fueron Francia, Inglaterra, Alemania y Prusia. Aunque incluían otras medidas para evitar que se propagara la infección algunas regiones les avisaron a sus habitantes que debían conseguir provisiones porque por 14 días iban a estar en aisladas y solo recibirían las visitas de los médicos para detectar posibles nuevos contagios o determinar si ya no había ningún habitante con peste. En otros lugares se sugirió erigir murallas, poner una línea de guardias y desinfectar las mercancías que traían los comerciantes y purificar las monedas con vinagre o se asignaba una hoya con agua hirviendo en donde aventaban las monedas antes de recibirlas. Otros aislaban tanto a los enfermos como los familiares y los funerales estaban prohibidos. Los que entraban o salían de la ciudad debían de ser fumigados, los enfermos enviados a lazaretos de preferencia y si estaban abarrotados estos tenían que estar en una habitación separada de sus familiares. Otras establecían que por las únicas razones por las que debían de salir era para conseguir alimento o asistir a la iglesia, no sin antes haber recibido a los visitadores que evaluaban que no había ningún contagiado dentro de la casa.
Como ven la mayoría de estas medidas implicaba aislar a los enfermos, a los posibles portadores sin manifestación de la peste o a los sanos que debían evitar el contacto con los infecciosos. Pero otro cordón sanitario era la Cuarentena. A pesar de lo que entendemos en la actualidad, en estos tiempos generalmente se aplicaba a las embarcaciones y sus tripulantes. Sí, está igual tuvo origen en Italia. En si nunca hubo una ley oficial que determinara que pasos se debían de seguir, solo había sugerencias. Tan solo en Italia cada una de las ciudades determinaba los días que permanecerían en cuarentena o las acciones a ejecutar y variaban entre puertos. Fue hasta 1374 con Bernabo de Reggio en donde se establece el primer decreto de cuarentena terrestre. Alguna de las medidas eran el aislar afuera de la ciudad al enfermo por 10 días, a los que tuvieron contacto debían de ser desinfectados y aislados en sus casas por 10 días, los mercaderes que llegaban a la ciudad si querían entrar debían de entrar en una “cuarentena” de 30 días. Es en Francia en donde sí se establece como medida los 40 días de ahí el origen del término, pero veremos que generalmente eran menos días. Sobre todo porque la mayoría de los productos que se traían eran alimentos y no querían provocar una crisis alimentaria.
En Europa, Asia y África las medidas que dieron mejores resultados fueron los llamados Boletos Sanitarios en el cual cada embarcación a la salida del puerto se le daba un boleto de limpias o sospechosos de acuerdo a su lugar de procedencia. Si venían de un lugar en donde no había presencia de pestes se dejaba pasar a los tripulantes y sus mercancías con solo mostrar el boleto de limpias con el sello oficial. Si esta embarcación salía de un lugar apestado recibían el boleto de sospechoso y se revisaban a los tripulantes a la llegada del puerto. Quienes tuvieran síntomas de contagio debían permanecer en el barco o enviado a hospitales (dependiendo el tipo de peste y el periodo histórico), los demás que tuvieron contacto serían enviados a lazaretos para ser aislados hasta que se presentaran síntomas de incubación de la enfermedad o se estableciera que estaban sanos, eso quiere decir que se ponían en observación. La embarcación era fumigada, sus mercancías eran aireadas, algunos productos “más propensos a propagar la enfermedad y contagiar” eran quemados y otros productos comestibles eran desinfectados especialmente con cal, vinagre, lejía u otros productos. Esto podía ser un proceso de 30 días en el peor de los casos. Pero la mayoría era entre 3 a 10 días dependiendo si ya estabas contagiado o si solo se tuvo contacto con los pestosos. Y como ya los mencione todo dependen de la ciudad o país al que llegara la embarcación. En los casos extremos se quemaba barcos enteros.
Para muchos médicos esta práctica no daba resultados. Los enfermos no siempre se separaban y se juntaba contagiados con sanos por igual. Sobre todo porque no faltaba el que la evadiera o recurriera al tráfico clandestino de los productos que debían antes ser desinfectados. Por lo tanto se consideraba que estos cordones sanitarios no eran tan útiles como parecían. Considerando que en esta época no contaban con los instrumentos suficientes para que las personas que revisaban no se contagiaran y para desinfectar debidamente los objetos. Hoy en día la cuarentena no solo está relacionado con el tráfico de mercancías. En nuestros días implica aislar a esta persona infectada o que tuvo contacto con alguien enfermo para ser observado durante un periodo en el que el posible virus se incuba y presenta síntomas. Se procura usar los recursos necesarios para que el observador no termine contrayendo la infección.
Hoy en día algunas sanciones han sido la cárcel y las multas. Sin embargo en estos tiempos podían ser desde declarar muertos a algunos pestosos como los leprosos, determinar que debían vivir de la caridad y que su contacto con gente sana tenía que ser anunciada. O en el caso de la peste bubónica estaba prohibido negarles la atención a un infectado y su castigo podría ser la muerte (muchos sacerdotes, médicos y familiares temían contagiarse y abandonaban a los enfermos es por esto que se requirió aplicar esta medida). Si tenías sífilis y no respetabas las medidas de no acercarte a una persona sana podrías ser los castigado con la horca. Muchos ciudadanos que contaban con los recursos y huían corrían con el mismo castigo.
En conclusión, desde hace muchos años hemos llevado a la práctica medidas sanitarias para enfrentar a estas enfermedades invisibles. No sabemos quién la porta, pero sabemos cómo evitar que las personas se contagien siguiendo los protocolos de LAS PERSONAS COMPETENTES. No siempre la peste es nuestro peor enemigo, ni el que nos destruya como humanidad, nuestro peor enemigo es invisible, se encuentra dentro de nosotros y es difícil de que detectemos sus síntomas: EL MIEDO. El miedo provocó que muchos salieran de la ciudad y terminaran llevándose la enfermedad con ellos y contagiando a más personas; el miedo a perder sus mercancías provocó que los mercaderes evadieran las medidas sanitarias y vendieran productos no desinfectados o ellos mismos se expusieran a la enfermedad, el miedo nos hace no avisar a las autoridades que eres el portador, el miedo nos hizo usar productos que no servían para desinfectar nada y solo era un placebo ante la paranoia, el miedo nos hizo exponer a algunos guardias o médicos para protegernos los privilegiados. Esto refiriéndome a las acciones de nuestros antepasados, pero que es evidente que en el presente continúan.
Bibliografía:
Lederman D., Walter. “El hombre y sus epidemias a través de la historia”. Revista Chilena de Infectología, v.20 2003, https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182003020200003&lng=en&nrm=iso&tlng=en. (Consultado el 30 de marzo de 2020)
Gerlitt, John. “El desarrollo de la cuarentena”. Actas Ciba 8 Cuarentena 1942, https://www.codem.es/Adjuntos/CODEM/Documentos/Informaciones/Publico/e1b20a14-63e5-4822-ba32-c8e96264f007/CA70D0A9-456D-43BB-A111-640E6070585A/39aae907-d36e-492d-8059-e416c518ce7b/RA_1942-8.pdf (Consultado el 30 de marzo de 2020)
Peña Trejo, Francisco. “La cuarentena histórica”. En Reseña Histórica de la cuarentena. 23-40. New York: Estados Unidos de América, 1922. También disponible en https://collections.nlm.nih.gov/ext/dw/9212820/PDF/9212820.pdf