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Es que no me tienen paciencia: chespirito y la función de las redes.
Por: Wizard

El chisme y el chiste.
No tengo Twitter ni Tik Tok. Me distraen demasiado. Sé que esas dos plataformas son muy ideales para viralizar. Y el mes pasado sucedió eso con Carlos Ballarta (standupero, actor y guionista mexicano).
Primero el chisme que ya se abordó hasta el cansancio. Carlos Ballarta mencionó en un podcast que “Chespirito” era lo peor que le había pasado a la comedia mexicana. Este comentario generó una reacción usual en el pueblo mexicano: se enoja. Y aquí estoy yo enojado de que se enojen. ¡Maldita sea! ¡Fea contradicción en mí!
Pero veamos, ¿hasta qué punto es cierto el comentario de Ballarta? El Tio Rober (standupero y guionista) mencionó en su podcast La Hora Feliz, que Chespirito era un hue**n, que si hubiera tenido computadora, hubiera hecho copy/paste en sus guiones. De la misma manera, cuando Jorge Piranello habla sobre El Chavo del 8 en Te lo Resumo Así Nomás menciona que los chistes ya eran repetitivos. Tenemos otros dos comentarios que afirman que sí hubo algo bueno, se perdió. Ahora, ¿por qué se perdió?
Yo recuerdo haber disfrutado mucho a Chespirito, sin embargo, tengo la capacidad para decir que para nada era la mejor comedia. Era una comedia fácil (y/o blanca). No se arriesgaba a romper ningún límite. Decir que no es bueno no significa que no lo haya disfrutado como puede ser cualquier película de Marvel (¡Vámonos al ojo del huracán).
Recuerdo en mis primeros años de preparatoria una maestra que mencionaba que El Chavo del 8 normalizaba la pobreza. Y en ese momento, en primer semestre, me molestó la lectura porque era algo que disfrutaba. Con el paso del tiempo y las lecturas, me di cuenta que tenía razón la maestra y que por ello no significaba que no lo disfrutara. Solamente, ya en esta etapa dejé de exigir tan poco a la comedia.
Una cosa es exigir más de los comediantes y otra es que idealicemos a los comediantes. Son personas que cometen errores. Y existe un derecho del ser humano a cometer errores. Sin embargo, se le pide más a un comediante que a un político, como diría el Tio Rober. Esto refleja que, por un lado, que prestamos más atención al comediante. ¿Será que consideramos su discurso como el de una autoridad intelectual o que nos hace falta prestar más atención a la política? (¡ABURRIDO!)
Podemos hacer un paréntesis para pensar si el reírnos de un acto vil hace que normalicemos situaciones de precariedad y abuso.
Ballarta, en The Washington Post, de alguna manera infiere que el Chavo tiene su impacto en Latinoamérica porque representa los valores católicos: aceptar tu destino, aceptar la miseria, a pesar de tu condición material (económica) debes ser buen cristiano y respetar los valores. En otras palabras, aunque la vida te tenga viviendo en un barril, te puedes reír de la vida y vas a tener a una familia -que te excluye, pero una familia-. Desde estos valores es imposible cambiar nuestra sociedad.
Hay que hacer énfasis en que no se debe cancelar, pero sí se debe cuestionar. Y sobre todo hacer énfasis en que Roberto Gómez Bolaños nos hacía reír con golpes y precariedad. Además de ser una persona detestable con todo su equipo de trabajo. ¿Cómo es que perdonamos ciertas cosas y condenamos otras? Recordemos el anuncio que realizó defendiendo la vida (o sea, en contra de la despenalización del aborto). Seguramente, si le hubiéramos planteado la situación, él preferiría un niño en la calle que un aborto. (Tema para otra discusión: autor y obra).
Las redes y su funcionamiento.
Antes que se hiciera viral el fragmento del video, yo ya había escuchado toda la entrevista. Su crítica me parecía justificada desde varios puntos. No significaba que tuviera la verdad, sino que dentro de su discurso tenía varios puntos como los antes mencionados. Uno importante puede ser conocido como Falacia de Autoridad, creer que porque es famoso ya se va tomar como verdadero todo lo que diga. Sin embargo, es un comediante hablando de comedia. Creo que yo que él, Ballarta, de manera profesional, sabe más que usted y que yo.
A los mexicanos parecía que les hubieran puesto chile en la herida. Se habló más que cualquier injusticia cometida a los mexicanos. Fue tendencia varios días. ¿A qué se debe esa relevancia de un comediante, para muchos mediocre y grosero, hablando sobre un comediante mediocre y grosero?
Justamente en esa semana de viralidad, Ballarta se presenta en Tijuana. Dentro de su especial Rebelde Comodino plantea una idea (de manera cómica) sobre por qué nuestra generación debe tomar postura de todo. Una premisa (idea) muy válida con su profesionalismo humorístico.
Pero seguimos sin entender por qué una opinión emitida por un “don nadie” llega tan lejos. ¿Se da cuenta cómo se crean bolas de nieve en las cuales deseamos subirnos? Como si aventamos por la ventana a la persona que odiamos para después suicidarnos con ella. Veamos.
Ballarta hace un comentario. Ese comentario se extrae sin contexto y se pone el Tik Tok. Eso sirve como clickbite (el anzuelo para el tráfico en redes). Miras 10 segundos de algo polémico y te lleva a escuchar un podcast o abrir una nota. Así se brinca de una plataforma a otra. Es una manera de publicidad para que la gente vea eso. ¿Por qué caemos en el juego?
Ahora, se genera morbo. Sin embargo, la gente enardecida se siente muy ofendida porque le están derrumbando un héroe de su infancia. Ahora vamos con la sociedad de la nostalgia. Los Millenials, mi generación, se caracterizan por creer que no es millenials y decir que los demás son de cristal. Pero esta generación ha demostrado que le ofenden más cosas o cosas más ridículas (como puede ser un tributo a Metallica, que muevan una letra en las palabras o que le quiten una caricatura a una persona que no debería ver caricaturas a su edad). Tenemos los dioses de la generación que son todas aquellas cosas con las que crecimos. No podemos seguir creyendo en dioses de hace 3 mil años. Debemos aceptar el ocaso de los ídolos.
Tik Tok se encarga de tener videos cortos y tienen más viralidad. Y por otra parte, Twitter tiene pocos caracteres (pocas letras) para escribir, pero son virales también. Aquí encontramos una fórmula: entre más corto, más rápido se consume y a más lugares llegas. Sin embargo, esa rapidez excluye otra característica: el contexto.
Mientras en Facebook se puede hacer publicaciones más extensas, no nos interesa. Queremos consumir rápido. Y algo que también es parte de nuestro consumo es nuestra ideología (nuestra forma de pensar) y nuestra postura frente al mundo. Estamos en un afán de demostrar que tenemos una opinión de toda. Pero no tenemos la disponibilidad ni el interés de informarnos. El tiempo va cada vez más rápido que debo tener una postura ya, ahorita. Ya no, ya pasó de moda ese tópico.
Redes más breves, como Tik Tok y Twitter, cumplen con la viralidad. Además, Twitter tiene el componente “político” donde según todo lo que escribimos supone una relevancia.
¿Cuántos de nosotros vimos la entrevista completa donde se abordó la corrupción, el racismo, la comedia y hasta la audiencia que tiene un espíritu aspiracional? ¿Será que no nos gusta conocer lo que exija tiempo o estamos acostumbrados a lo inmediato?
Es que no me tienen paciencia, decimos para no aceptar nuestras consecuencias. O tal vez, la paciencia que implica tener que sentarnos a escuchar a alguien por una hora para entender el contexto. Al final, las ideas están entretejidas.