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La joven filósofa con iniciales G.S., una francesa feminista del Siglo XVII.

Por: Paola Juárez

«La libertad es una cualidad sabrosa».

GABRIELLE SUCHON

Al igual que en la entrega de la escritura anterior, nos seguimos moviendo por los terrenos políticos del siglo XVII, tenemos la insistencia de querer conocer a mujeres ejemplares, ilustres, inteligentes y valientes que gracias a su empuje y coraje nos fueron heredando un camino del ejemplo.

Su pensamiento y su entrega son memorables y hoy queremos conocer a una mujer filósofa y feminista del siglo XVII: Gabrielle Suchon.

Ella estaba justo dentro de la vorágine de movimientos, pensamientos e ideas clave en la historia que hizo que tanto ella como otras y otros filósofos abrieran terreno a uno de los eventos más significativos en el tema de la organización social y política de los humanos: La Revolución Francesa.

Gabrielle murió ochenta y seis años antes de que se produjera dicha revolución pero todos sabemos que las revoluciones se llevan a cabo con poderosísimas ideas que paso a paso y poco a poco se van abriendo camino entre las mentes e inteligencias de aquellos y aquellas valientes que se animan a pensar fuera de lo establecido y comienzan a proponer ideas distintas que se van enraizando en la sociedad.

Una mujer como ella fue importante e interesante porque fue la primera mujer, de la que se afirma, que dejó un libro escrito, más bien dos, de su pensamiento e ideas sobre la época en que le tocó existir, obviamente sabemos que ella no fue la primera mujer que expresaba sus pensamientos de una forma racional y lógica, antes de ella existieron muchas filósofas de la Grecia Antigua que ya se movían en los terrenos de la filosofía que desde entonces, hasta en el siglo XVII era dominio exclusivamente de los hombres, la diferencia radica entonces en que aquellas geniales filósofas anteriores a Gabrielle, no habían dejado tinta en papel escrito que nos pudiera haber acercado a obras escritas por ellas, Gabrielle sí y sus obras estaban principalmente dedicadas al tema de la igualdad entre los sexos y su valentía radica en que se atrevió a entrar en territorios exclusivos para los hombres: la filosofía.

Nos dice Severine que “En cuanto a la vida de Gabrielle Suchon, todavía bastante oscura en la actualidad, solo disponemos de una noticia citada en forma indefinida, con algunas variantes. Es la página de un grueso infolio publicado en 1742 —treinta y nueve años después de la muerte de la filósofa—, una Biblioteca de los autores de Borgoña, redactada por el abate Philibert Papillon: Gabrielle Suchon nació en 1631 en Semur, capital de Auxois, en una buena y antigua familia de esa ciudad. Durante algunos años, fue monja jacobina de la misma ciudad y luego renunció a sus votos. Tuvo bastante valor para emprender el viaje a Roma, sin comunicar sus intenciones a nadie. El Papa le otorgó un rescripto contra sus votos, al que sus padres se opusieron. Una sentencia del Parlamento de Dijon la condenó a regresar a su monasterio. Pero ella eludió esa sentencia, no sé cómo. Permaneció junto a su madre y murió en Dijon, el 5 de marzo de 1703, a los setenta y dos años”. En este pequeño párrafo que nos habla un poco de Gabrielle podemos notar en palabras del clérigo Papillon el espíritu de esta mujer que renunció a sus votos para tener algo que la mayoría de las mujeres ansiaban y que creo, aún lo hacen: Libertad.

Ella encarna este carácter de autonomía al hacer, decir y pensar con coraje y con una total singularidad porque al parecer, se le reconoce también el hecho de que escribió sus obras sin ningún tipo de ayuda masculina o algún consejero intelectual.

Ella escribe “El tratado de la moral y de la política” el cual está compuesto por tres partes: La Libertad, La Ciencia y La Autoridad. “Un hilo las une: la Libertad, dato inicial del alma humana, debe llevar a una Autoridad, es decir, un poder. Eso implica una mediación: la Ciencia” (Auffret 2020). Dice Gabrielle que las mujeres no pueden acceder a ninguna de estas tres vías indispensables para una existencia completa, para privar a las mujeres de la autoridad se les priva de la ciencia y de ese modo pierden su libertad, para Gabrielle estos tres son los bienes mayores de la existencia y denuncia que a las mujeres se les impide el acceso a ellos, la libertad dice Severine “es lo más deseable, lo más digno de la esencia humana, lo que hace al hombre más «semejante a Dios» (tesis cartesiana). Se ajusta a su origen: el hombre nació libre. La mujer también. Esa es su felicidad. «La libertad es una cualidad sabrosa”. La libertad es felicidad, la libertad es ser ama de una misma, de sus acciones y decisiones, ser autónoma, esto equivale a la plenitud de la existencia y para Gabrielle “La ciencia es el mayor privilegio del estado de inocencia, […] es una reparación de la naturaleza herida por el pecado, una participación de la inteligencia de los Ángeles y una beatitud comenzada» (Tratado de la moral y de la política). Para Gabrielle no solo saber es bueno, le atribuye a la ciencia un poder terapéutico porque la ciencia y el conocimiento sanan a las almas que están rotas y sufren por la ignorancia.

En el mismo tratado que se cita más arriba, Gabrielle también hace una reflexión sobre el ejercicio del poder y la autoridad, introspección que también caracteriza a esta filósofa porque algunas otras féminas por supuesto que habían escrito sobre su carácter y situación pero siempre desde el lugar que les corresponde en las tradiciones y costumbres, religión y familia y Gabrielle hace una reflexión feminista pero vinculándola específicamente en el ejercicio de un poder político que pone a las mujeres en un eterno estado de obediencia, dependencia y sumisión, no es que Gabrielle estuviera en contra del ejercicio del poder, ella sabía que para que un país saliera adelante se necesita un poder organizado, simplemente proponía el establecimiento de una organización que reivindique el poder de las mujeres para que éstas tuvieran una representación equitativa en las instancias de gobierno.

Gabrielle también escribe un “Pequeño tratado de la debilidad” Severine nos dice que “Es una invitación a las mujeres a reconquistar el señorío de sí mismas, y en cierto modo la demostración de que se trata de algo posible. Las mujeres son mucho más fuertes de lo que se dice y ellas mismas no lo creen. Conocer esa fuerza capaz de insurrección, valentía, audacia, tan bien practicada por la propia autora, es ya iniciar el camino de esa reconquista. Sin embargo, esa reivindicación sería inútil si no se anclara en un estatus concreto que les permitiera a las mujeres escapar al mismo tiempo de la dominación de la familia y de la Iglesia. Ese estatus es la soltería”. Situación que cada vez vemos más comúnmente en sociedad, siento que algunas de las mujeres actualmente ven a la familia o a una pareja como una especie de prisión, que al estar en esa posición de madre o pareja eventualmente les quita la libertad y autonomía y no resulta ser falso, al menos para mí, pero tampoco me siento en una prisión, soy libre, soy fuerte y soy valiente y además de todo eso soy madre y esposa, unas condiciones de estatus no tienen necesariamente que resultar en otras como si de una fórmula matemática se tratara, la vida y sus caminos se eligen todos los días y a todas horas, tal vez para Gabrielle el único camino de reivindicación y poder femenino se podía hacer a través de la soltería pero los tiempos cambian y ahora se puede luchar por los derechos igualitarios de las mujeres sin ser necesariamente una y tampoco, sin ser necesariamente soltera y a eso se refería Severine cuando evidencia que las mujeres no imperiosamente debían ser solteras, esa ancla del estatus debe ser removida.


Fuente:

Auffret, S. (2020) La gran historia del feminismo.

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