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La muerte le sienta bien

Por: Yaya Juárez

Hoy vamos a pensar un poco en la fragilidad humana y la vanidad que le rodea, « La muerte le sienta bien» es una película de comedia y fantasía de 1992. Protagonizada por Meryl Streep como Madaline, una actriz vanidosa y egoísta. Su archi-enemiga es Helen interpretada por Goldie Hawn, una escritora frustrada que siempre ha competido con Madaline desde la secundaria por belleza y éxito. Ambas representan la obsesión por la belleza, la necesidad de verse cada vez más jóvenes, los problemas de ambas protagonistas circulan en la competencia no solo ellas, sino con todo el mundo, quien las posiciona en lugar de éxito y relevancia en tanto que estas sean agradables de ver, en tanto sean hermosas, algo que la industria del entretenimiento le ha dejado muy claro a las mujeres a través del tiempo, no hay problema con la edad en tanto que no la aparentes. Por otro lado, Ernest (Bruce Wilis) quien representa un mero objeto de discordia entre ambas protagonistas al ser prometido de una y luego al ser marido de la otra, es un hombre doblegado y manipulado por los estragos de ambas, en realidad Ernest no importa, solo es relevante como medio al haber sido un exitoso cirujano plástico y después como maquillista de difuntos. Ernest es un ser vacío, que dedica su tiempo a olvidar sus problemas con alcohol. Ambas compran una poción a una hechicera de más de cien años que luce de veintitantos. La promesa es ser eternamente joven, solo con la única condición de cuidar su cuerpo de cualquier accidente, algo que sabemos es inevitable en esta vida, por más cauteloso que seamos ninguno esta exento de un tropezón mortal, que auto se estampe con nosotros por venir manejando a alta velocidad, la caída en unas escaleras, la muerte nos rodea todo el tiempo, por descuido o no ¿Acaso pensamos en la muerte en nuestro día a día? O ¿Solo pensamos en ella cuando sentimos la decadencia en nuestro cuerpo? Dicha probabilidad no fue reflexionada en ambas mujeres lo que complica la condición de sus cuerpos que ya no pueden renovarse, solo permanecer en el estado estático que la poción brindaba.

Las protagonistas se convierten en zombies atractivas, ambas al ver sus senos, trasero y cinturas regresar al lugar que estaban en sus mejores años les crea una gran felicidad, podríamos decir que han culminado el deseo de sus vidas, sin embargo, como bien nos ha enseñado el budismo, el deseo nunca cesa, pues cuando un deseo se cree consumido otro surge. Ambas son víctimas de sus propias emociones, sin pensar en el precio que pagaron. La eternidad. ¿Usted ha pensado en querer vivir por siempre? Me pregunto, que haríamos con el aburrimiento de existir por siempre, que emociones se vieran satisfechas si sabemos que todo puede repetirse una y otra vez. Esta pregunta se la haría más tarde Ernest al ver en lo que ambas mujeres se han convertido, sin verlas más felices que su estado anterior.

Tanto Helen como Madeline terminan lidiando con la restauración constante de sus cuerpos, pues estar muerta no es justificación para ser fea, es una licencia que una mujer no se puede tomar. Sus cuerpos, parchados y retocados cada vez por más pintura se ven tristes y abollados, como cualquier calle de la ciudad de Tijuana. Y aunque, podríamos pensar que la obsesión de ambas protagonistas es estúpida e inútil muestra el fenómeno de la vanidad que la sociedad moderna representa. Acaso ¿Los medios y las redes no tienen una obsesión por la apariencia y la juventud? No importa tu condición mientras que no lo demuestres, agrega una foto que te haga lucir ostentoso y libre de arrugas, endéudate con ropa que te costara tu quincena, pon filtros a tu rostro que te hagan lucir que no eres tú, y si tienes mayor inversión puedes modificar todo tu cuerpo en abonos. No importa realmente quien eres, mientras que tengas a millones de desconocidos que te sigan y validen tu historia, como diría el viejo dicho del jazz « Finge hasta que lo creas».

En la antigua Grecia la vejez era sinónimo de sabiduría, los puestos más honorables y el consejo. Para Platón la vejez era la culminación de la vida, pues ya no estabas sujeto a las pasiones juveniles y podías acceder a cultivar tu espíritu, tu mente. Me pregunto: ¿Qué es la vejez para nosotros ahora? En una sociedad donde se busca perpetuar cada vez un estado juvenil, el « live fast» donde no se piensa, se actúa. Bauman, filósofo de la modernidad explica en su obra « La Sociedad Liquida » nuestra marcada individualidad, la cual de acuerdo con él autor estamos sumergidos en una sociedad consumista, donde nuestra personalidad se vuelve un producto desesperado por pertenecer a lo que este en tendencia, algo que cambia tan rápido y es tan líquida que transforma otros espacios y esferas, nuestro trabajo, nuestras relaciones e intereses donde la gratificación instantánea es la única que importa.

Al final, la película busca dejar una moraleja cuando Ernest rechaza la pócima, renuncia al estado perpetuo de la juventud y todo lo que ello involucra, deja la bebida y las dos bellas mujeres para comenzar a culminar sus metas a los cincuenta años, experimentando todo lo que nunca se atrevió a vivir, saciando cada momento como si fuera el último, el secreto de su eternidad estaba en las acciones que realizo y en las obras que dejo a otros, aunque esto provoque risas en las tétricas protagonistas en su funeral, mientras que al tropezar con una lata de acrílico número nueve termina por despedazar sus cuerpos en la puerta de la ceremonia, un final bastante gracioso, tal vez tan gracioso e irónico como la vida misma.



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