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Reflexión sobre el aborto por una feminista en Baja California

Autor: Alethia Montalvo

La rebeldía tiene la potencialidad de crear, de imaginar y de proyectar, porque es una energía infinita y transformadora que piensa antes que en un cuarto propio en un cuerpo propio. La rebeldía es el comienzo de la libertad.

Margarita Pisano, 2015.

Quiero comenzar el presente escrito recordando uno de los casos más aterradores como paradigmáticos en torno al tema de la penalización del aborto, la cual tiene cabida en un Estado patriarcal y conservador que niega el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. Este caso es de Paulina Jacinto, mujer joven que a los 14 años tuvo que hacer frente al hostigamiento y a las presiones de las autoridades municipales de Mexicali quienes haciendo uso de discursos provida e imponiendo su dogma orillaron a que Paulina continuara con un embarazo no deseado.

El caso fue muy sonado en los medios de comunicación a inicios del año 2000. Paulina y su mamá inundaban las notas periodísticas de la región, así nos enteramos de que madre e hija buscaban apelar a las autoridades competentes buscando el derecho al aborto de manera segura y legal a razón de la determinante de violencia sexual. No obstante, las autoridades de Mexicali se encargaron de hostigarla y presionarla, creando trabas institucionales que limitaran su ejercicio de toma de derechos con relación a su capacidad reproductiva y, por lo tanto, a decidir libremente sobre su cuerpo.

Después de 19 años este caso sigue resonando en la memoria de la lucha por la despenalización del aborto en Baja California, muchas feministas, colectivas, agentes de cambio y defensores de los derechos humanos generan contrapesos y defienden el ejercicio de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, su sexualidad y su capacidad reproductora. Sin embargo, la pregunta feminista que sobresale en esta encrucijada es la siguiente: ¿Cómo una mujer es sujeta de derechos si no puede decidir sobre su propio cuerpo, si existe una fuerza estatal y una serie de discursos con carácter moral que imponen formas de verdad y que niegan el derecho de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos?

Los cuerpos sexuados femeninos es un tema complejo de tratar. No se trata de ver al cuerpo de las mujeres como un organismo sexuado genitalmente distinto al del hombre, sino analizar a un nivel social y cultural los mecanismos de poder que tratan de enjaular y domesticar a esos cuerpos feminizados que no están dentro del canon normativo basado en una corporalidad masculina. De esta manera en una sociedad patriarcal nuestros cuerpos son el primer espacio en el que recaen las prácticas machistas y los comportamientos sexistas.

Ejemplos son muchos, desde las violaciones, los feminicidios, la violencia física, el acoso sexual, la inequidad del placer sexual en relaciones heterosexuales, los estereotipos y tabús en torno a la sexualidad de las mujeres, la trata y prostitución de mujeres y niñas y el uso mercantil de la capacidad gestora de los cuerpos reproductivos femeninos con el fin de proporcionar hijos e hijas a parejas del primer mundo. Es como si el cuerpo de las mujeres no se pudiera desmarcar del plano sexual y la capacidad gestora, pues antes que ciudadanas con plenos derechos somos cuerpo. Un cuerpo al que constantemente someten y dominan. De ahí radica la fuerza estructural del poder patriarcal.

La asociación del sexo con mujeres en nuestra cultura occidental es aterradora. Son precisamente estas ideas las que permean las narrativas de los principales agentes institucionales y políticas que se asumen a favor “de la vida”, pero que continuamente recalcan su desprecio y misoginia sobre aquellas mujeres que son obligadas a parir o practicar un aborto en situaciones precarias y peligrosas que las vulnera y las coloca en una situación de peligro

Según los datos arrojados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año hay 22 abortos clandestinos, provocando 50 mil muertos y 80,000 abortos clandestinos a nivel mundial. Al menos en Baja California, el aborto consentido o auto aborto está clasificado como un delito y es causal de 5 años de prisión según el artículo 133 del código penal.

De acuerdo con estas cifras, y tomando en consideración los casos penales en contra de las mujeres en Baja California, diferentes iniciativas feministas han sumado esfuerzo para hacer frente a los discursos institucionales basados en criterios morales religiosos que vulneran los derechos de las mujeres. Desde iniciativas para modificar los artículos 132, 133 y 126 del código penal de Baja California para garantizar la interrupción del embarazo legalmente dentro de las primeras doce semanas de gestación, como las redes de acompañamiento de aborto seguro, iniciativas de colectivas feministas a nivel nacional que ofrecen asesoramiento y acompañamiento fuera del marco de lo legal pero que contribuyen en respetar la decisión de las mujeres ante un estado que guarda silencio y mezcla asuntos religiosos para decidir sobre derechos reproductivos. En ese sentido las mujeres debemos decidir, la sociedad respetar nuestras decisiones y las iglesias no deben intervenir. Pues retomando la consigna feminista “la maternidad será deseada o no será”.

Referencias

Cruz, J. (2018). Enfrenta joven de 23 años proceso penal por supuesto aborto. La Jornada. Baja California. Recuperado de ditor.wix.com/html/editor/web/renderer/edit/889d8d2e-aac2-4d07-a5b9-ee0029b689bc?editorSessionId=CE2C8705-9D39-4AD7-3FB0-B7FADEF875A9&metaSiteId=d4bc9671-8e94-4ec1-b25f-6a37dc607e0f.

Lerner, S., Guillaume, A. y Melgar, L. (2016). Realidades y falacias en torno al aborto: salud y derechos humanos, Ciudad de México: El Colegio de México, Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales: Institut de Recherche pour le Développement.

Las Borders, Acompañamiento de aborto seguro, (Domingo, 27 de enero de 2019), Nuestra historia. Recuperado de https://www.facebook.com/LasBorders/.

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