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Tenemos que hablar de Kevin

Por: Yaya Juárez

“¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.”

Gilbert Keith Chesterton


El mal siempre ha sido una interrogante para el ser humano, cuando observamos historias sobre sucesos terribles como masacres, asesinos seriales, entre otras cosas nos hace preguntarnos si existe una naturaleza del mal o si en realidad es el resultado de ciertos factores creados por el mismo ser humano. La película de drama “Tenemos que hablar de Kevin” (We need to talk about Kevin) del 2011 retrata precisamente este dilema. En esta historia veremos a Eva Khatchadourian interpretada por Tilda Swinton una mujer culta y exitosa de cuarenta años que sin mucho entusiasmo se va a convertir en madre y a través de sus recuerdos nosotros podemos acceder a su historia. Primero veremos a una Eva plena y extasiada en la Tomatina de Buñol, Eva feliz y enamorada con su pareja y después una Eva triste, deprimida y embarazada. Da a luz y nace Kevin, un bebé que siente que la rechaza a través de un incesante llanto, tras el arrojo de comida y la negativa al habla. Kevin se convierte en un niño manipulador, mentiroso y con una mirada fría y vacía que parece albergar el mal. Eva no siente conexión alguna con Kevin pero se esfuerza hasta el cansancio por encontrarla. El marido cree que ella no hace lo suficiente, el niño cambia radicalmente cuando el padre llega a casa, haciendo ver a la madre como incompetente. El padre siempre le hace ver a Eva que el niño es perfectamente normal y solo le hace falta más paciencia o amor. El padre toma al niño pasan tiempo juntos entre risas y abrazos, juegan al arco y en cuanto el marido esta distraído podemos ver a Kevin observando fijamente a su madre con una sonrisa burlona y malvada.

Pasa el tiempo y Kevin es un adolescente con carácter sociópata, manipulando la relación de los padres y a la hermana menor. Eva siempre parece estar temerosa de Kevin y lo que pueda hacer, su esfuerzo por evidenciar su conducta solo hacen parecerla una madre poco empática y un tanto neurótica o al menos es lo que piensa el marido sobre ella al siempre tomar a Kevin como responsable de todo lo malo que ocurre. Eva siempre está observando, como si sospechara que en algún momento Kevin revelará su verdadera identidad ya que está convencida que él es el responsable de la muerte de la mascota de la casa y que la hermana quede ciega de un ojo. Al cumplir los diez y seis, mientras Eva está en el trabajo, Kevin toma su arco con el que tanto practicó con su padre para realizar una masacre escolar, así mismo mata al padre y a la hermana menor, Kevin es arrestado y puesto en prisión. Podemos ver que Eva es rechazada por la sociedad, los padres le sueltan insultos y miradas en la calle, supermercado y en el trabajo. Se le ve decadente y absorta en su cabeza, tratando de recorrer en su mente una y otra vez que fue lo que hizo mal o si su hijo simplemente era malo por naturaleza, al final podemos ver a Eva visitando a Kevin en prisión, preguntándole “¿Por qué lo hiciste?” Sin obtener respuesta clara.

¿El mal nace o se hace?

La madre es el símbolo de amor puro por excelencia, se dice que el amor de madre es incondicional y otras características que se le atribuyen a la maternidad son el sacrificio y por su puesto la abnegación. Es difícil pensar que una mujer no pueda amar algo que ha creado y salido de ella misma, también es difícil pensar que se debe amar algo solo porque sale de ti. Eva, el personaje principal de la historia nos deja entrever el siguiente dilema ¿es responsable por su falta de entrega? ¿Eva tenía el deber forzoso de amar a su hijo sin importar como fuese? o ¿fueron las relaciones familiares que llegaron a formar el caldo de cultivo perfecto para crear una persona malvada?

También podemos cuestionar ¿hasta qué punto son los padres responsables de las decisiones de sus hijos? ¿Qué debió haber hecho Eva? ¿Se le puede echar la culpa a ella por lo que pasó? La idea del mal así como del bien puede cambiar según las necesidades históricas y eso nos hace pensar en quien es la victima ¿La madre o el hijo? Eva era consciente que su hijo tenía algunas conductas moralmente inaceptables hacia ella pero no por ello podría determinar que habría en su hijo una maldad universal. Lo bueno y lo malo no tienen un sentido absoluto, no son universales, de ahí la tarea de la filosofía en reflexionar el peso de nuestras conductas y nuestras acciones, podemos juzgar como “malo” tanto la conducta de la madre y el hijo dependiendo la óptica, ambos pueden ser condenados bajo diferentes criterios morales, el ser humano actúa todo el tiempo bajo sus deseo, impulsos y razón, sin embargo, lo importante es meditar y saber que nosotros como sujetos no somos entes aislados y que nuestras acciones e incluso las ideas que rondan por nuestra mente tienen un impacto. Es difícil definir los límites de lo que llamamos “el mal”. Para Sócrates el mal proviene de la ignorancia, en otras palabras una persona hace el mal debido a su falta de conocimiento sobre el bien, pues si fuera consciente de su actuar elegiría la mejor manera de vivir. Ante todo “el amor genuino proviene del conocimiento, no del sentido del deber o de la culpa” (Watts, Alan, 1972. El libro del Tabú) esto quiere decir que el hacer el “bien” o lo “bueno” radica en la comprensión de nuestra persona, nuestra conducta y por supuesto nuestras motivaciones reales, sin ignorar nuestras faltas y ante todo tener en cuenta las consecuencias que pueden surgir de nuestros.



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