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Zoológicos humanos.
Autor: R. R. Domínguez

Durante el colonialismo todo aquello que no tuviera semejanza a las potencias europeas era digno de someter, de cuestionar y civilizar. No es raro que durante el proceso de invasión a esos territorios “inferiores” se generará el interés de los monarcas por conocer las riquezas que ahí habían, incluido de aquellos que ahí habitaban. La mayoría de los conquistadores buscaban llevar al viejo continente las mejores piezas para impresionar y entre ellas a nativos. Las embarcaciones que regresaban llevaban un amplio cargamento de mercancías y de personas. Para los reyes era curioso el observar a los aborígenes, escucharlos, apreciar su comportamiento y aprovechar su rareza antes de que murieran por las enfermedades a las que no estaban acostumbrados. Con el tiempo la apreciación de estos individuos se amplió. Los científicos empezaron a interesarse en estas personas que parecían primitivas ante sus ojos. Aprovecharon el interés de los ricos, pero detrás de estas ideas de análisis estaba todo un mundo oscuro para aquel que era retenido.
El interés de los antropólogos y biólogos por analizar piezas humanas vivas provocó que algunos museos en Alemania, Austria, Bélgica, EEUU, España y Francia se interesaran por abrir espacios a exposiciones de nativos. Pero la mayoría de estos científicos no sabía cómo conseguirlos. Es por eso que se hacían encargos a cazadores para que les trajeran cierta cantidad de aborígenes. La mayoría de ellos sabía dónde capturarlos o comprarlos. Se iban a Argentina, Argelia, Brasil, El Congo, Egipto, Filipinas, Guinea, Senegal, Surinam o cualquier lugar en donde su país tuviera una colonia. El colonialismo permitía considerar como propiedad a todo lo que se encontraba en el terreno. Es por eso que los aborígenes raptados no obtenían ningún beneficio más que el “rescate a lo civilizado”. No olvidemos que muchas veces se justificó la esclavitud porque estos habitantes eran animales, o sea, no tenían alma que salvar y no se estaba cometiendo ningún crimen. Familias enteras eran raptadas, sacadas de su comunidad, llevadas a un mundo desconocido, propensos a morir de enfermedades nuevas y usados como objetos. Todo esto con el legítimo interés de estudiarlos y aportar a la ciencia. De ahí en adelante será sometido y su inferioridad en relación a su captor sería evidenciado. Las libertades que pudo gozar en su cultura, ahora se encuentran en dependencia de alguien que desconoce. Como una presa queda a merced de las necesidades de quien lo captura.
Muchos científicos decían que tenían que hacerlo antes de que se extinguieran, claramente sabían cómo funcionaba el proceso de la conquista y el colonialismo. Teniendo en cuenta que el fin era aportar a la ciencia se pensaría que solo el científico podría hacer uso de estos, pero la realidad era que no. Una vez que los nativos ingresaban al museo se les abría un espacio semejante a las de su lugar de origen: flora, fauna, utensilios y ellos incluidos en este ambiente. A unos metros se encontraban escritas descripciones de lo que se observaba. La mayoría incluían una descripción que denotaba la inferioridad de estos seres a pesar de lo que los espectadores pudieran estar observando. Entre más se alejara de la semejanza con lo europeo mejor. Generalmente las percepciones hacia los aborígenes era prejuiciosa, basada en las ideas de la época. Darwin fue un gran promotor del análisis naturalista y de la observación de las especies. Incluida la humana y su evolución. En sus escritos se establecía la gran diferencia entre el hombre de antaño y el de la época, el civilizado y el salvaje. ¿Qué era curioso? Principalmente su físico, la caderas pronunciadas en hombres y mujeres, labios gruesos, su nariz chata, su delgadez o sus curvas, sus brazos largos, su musculatura, su vestimenta, sus utensilios y danzas. Pero sobre todo que las descripciones indicaban alguna de sus condiciones médicas; pigmeos, descripción de su cultura, practicas tribales o prácticas culturales como el canibalismo. Esto último podría ser practicado o no por los nativos a los que se les observaba, pero al final de cuentas ninguno de los espectadores podría obtener una respuesta de ellos. En alguno de estos zoológicos de humanos se llegaron a generar problemas alimentarios, ya que como se hace con los animales en los zoos o en las granjas, los visitantes les aventaban comida. Muchos empezaron a prohibir esta práctica por el bien de los nativos. Esto sucedía en el día, en las noches los nativos dormían junto a otros animales que les acompañaban en su exhibición. Algunos nativos empezaron a obtener ciertas libertades, como Ota Bonga, a quien se le dejaba caminar por el museo y acompañar a los visitantes. Pero no podía abandonar el recinto.
Por desgracia, se podría decir que esto era lo que vivían en mejores condiciones. Algunos nativos raptados eran llevados a ferias y como animales de granja se les vendía. Otros compartían espectáculo en el teatro de variedad en donde se presentaban junto a rarezas biológicas en los famosos Freak Shows. Se aprovechaban de ellos y se les denigraba sin ningún beneficio, más que el económico del encargado del teatro. Sin embargo en cualquiera de estos casos estaba claro la superioridad racial del observante hacía el observado.
Se creería que la muerte haría libres a estos denigrados seres, pero no. Sus cuerpos eran, ahora sí, llevados a laboratorios para revisar su cuerpo y experimentar con ellos. Y como la pieza comprada que era, sus cuerpos eran manipulados a merced del comprador.
Sin duda, hubo grandes aportaciones al analizar a estos nativos, pero sin duda el aspecto moral de la situación es y fue duramente cuestionable. Muchos científicos y espectadores no aprobaban este tipo de exhibiciones. Sobre todo con el inicio del movimiento antirracista que criticaba a estos analistas de racistas, de denigrar a los nativos, generar prejuicios y promotores de la desigualdad. Poco a poco la asistencia a estos lugares fue desapareciendo. Muchos por falta de morbo y otros por corrección. Los estudios a nuestros semejantes han provocado que a lo largo de la historia se someta al otro a experimentos sociales, análisis de campo o hasta la sustracción de los individuos para su análisis como objeto y no como sujeto semejante a nosotros. Nos importa poco los efectos que tenga sobre él, importa más la información que pueda proporcionar e impresionar a unos cuantos que se dedican a la lectura de estos resultados. No solo es revisar sus conductas, sino que muchos fueron utilizados para crear conciencia de estas sociedades “retrogradas” y compararlas con la “civilizada”. Sin embargo, ¿Qué nos hace a nosotros civilizados?
Referencia Bibliográfica
López Torres, Lorena P. Fitz-Roy, Darwin y los zoológicos humanos en Jemmy But ton de Benjamín Subercaseaux. Revista de Humanidades, núm. 25, junio, 2012, pp. 97-120Universidad Nacional Andrés BelloSantiago, Chile https://www.redalyc.org/pdf/3212/321227326005.pdf
Sánchez Artega, Juanma. La antropología física y los «zoológicos humanos»: exhibiciones de indígenas como práctica de popularización científica en el umbral del siglo xx. En Asclepios. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, núm. 1, enero-junio, 2010, pp. 268-292 https://www.researchgate.net/publication/276223565_La_antropologia_fisica_y_los_zoologicos_humanos_exhibiciones_de_indigenas_como_practica_de_popularizacion_cientifica_en_el_umbral_del_siglo_XX
ZOOXXI ARX. Introducción: Zoologicos de humanos. Barcelona. Pp. 1-19 https://zooxxi.org/wp-content/uploads/2015/04/ZOOXXI_Zoos_Humanos.pdf